martes, 9 de enero de 2018

Hoy

Hoy desperté con ganas de escribir poemas, o quizá solo palabritas sueltas que no significan nada o que tal vez lo dicen todo.

Hoy amanecí con la fe enardecida y unas ganas tontas de soñar imposibles, de ver figuritas en las nubes, de contar las hojas de los tréboles, de embriagarme de café colado, de dibujar monigotes deformes en las esquinas de un cuaderno, de escuchar canciones viejas y reinventarles la letra.

Desperté con la sonrisa abierta y los ojos salpicados de brillos, con la voz en pleno para cantar fuerte y gritar que aún hay esperanzas para sembrar en este mundo seco. Con ganas de llorar de alegría, de creer en los abrazos y dejarme estrechar por ellos... de confiar, de confiar, de soñar...

...Con el timbre intenso de un teléfono común en el que escucho la voz sencilla de mi madre quien sin palabras de diccionario me hace saber que me ama, que disfruta de abonar las plantas y explicarme el complejo cuidado de un jardín sin orden, ni clasificaciones concretas, de hablarme de sus flores como si cada una tuviera una personalidad propia y un estatus diferente.

 Amanecí desnuda de malos sentimientos, despojada de ellos, al menos por un ratico, enternecida con la vida, inmune a la violencia, al odio... agradecida con los buenos recuerdos y con aquellos que un día lo fueron y hoy son meras nostalgias.